jueves, 26 de enero de 2012
De camino a La Iglesuela del Cid.
Las altas parameras están recubiertas de pastizales de hierba borreguera, erizón y aliagas, e incididas en ocasiones por una red de barrancos que origina profundas hoces. Los piedemontes más cercanos a la Sierra de la Dehesa, al suroeste del término, presentan un importante recubrimiento de pinares silvestres, que se extienden desde la cumbre a lo largo de toda la vertiente por la cabecera del barranco de las Truchas.
Llegada a Iglesuela del Cid.
Históricamente, La Iglesuela del Cid estuvo ligada a las órdenes militares desde su conquista en 1181 por Alfonso II, integrándose en la bailía de Cantavieja. Los templarios le otorgaron carta de población en 1241, concediendo la propiedad útil de la tierra a 60 pobladores, hasta que en el siglo XIV los bienes de esta orden pasaron a la Orden del Hospital. De esta época quedan algunas construcciones defensivas, destacando la llamada torre de los Nublos o del Exconjurador. Se trata de la torre del homenaje del castillo templario, construida en el siglo XIII o principios del siglo XIV, único resto de la antigua fortificación derribada al ampliar la iglesia. La torre, de planta cuadrada y gran solidez, se realizó en su mayor parte en mampostería, reforzándose sus esquinas con sillares. En ella se abren pequeñísimas saeteras y se remata con almenas. Su planta baja, cubierta con una gran bóveda de piedra, estaba destinada a cárcel. Bajo esta planta se dispuso una mazmorra subterránea. La primera planta está destinada hoy a Secretaría del Ayuntamiento y tiene el mismo tipo de abovedamiento que la planta baja. La entrada actual del edificio no es la primitiva, a la que se debía de acceder a través de una puerta sobreelevada.
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